El jueves ríos humanos serpenteaban los alrededores del Palacio de los Deportes en Madrid para ver a los británicos, dos colas inmensas que se perdían en el horizonte colapsaban la puerta principal del evento. Por suerte los más listos pudimos entrar por otras puertas a los alrededores del estadio y coger un sitio privilegiado entre las 5 primeras filas. Pronto los ríos de gente inundaron casi por completo el aforo y entre modernos de gafa pasta, guiris ingleses, niñatas pijas, gente de 50 años y auténticos ‘madferits’ se batallaba cual gladiador su puesto en las primeras filas.
A todo esto aparecieron los teloneros, Free Peace, que tuvieron sus 40 minutos de gloria sobre el escenario que aprovecharon bien, desarrollando un rock bastante pesado que, quizá, pecaba de repetitivo y en muchos casos parecía improvisado. Tampoco pude prestarles mucha atención, los minutos pasaban y ya sentía la cercanía de los dos hermanitos. La gente aclamo con aplausos la despedida del trió de teloneros más porque hubiesen acabado que por su actuación, sin despreciar la calidad del grupo pero es que la gente estaba ansiosa por ver a los Gallagher.
A partir de aquí, la locura y el agobio fueron aumentando a medida que se restaban minutos para la salida a escena de Noel y compañía. Se podía ver como no dejaba de entrar gente de las puertas e iban llenando las gradas hasta que casi no quedo ni un sitio vacio. El calor y los sudores empezaba a ser insoportable y entre vómitos, desmayos y niñas histéricas la muchedumbre se arremolinaba y amontonaba por conseguir una buena perspectiva del evento a base de codazos y empujones, aún a sabiendas que con los primeros compases de Fuckin’ in the Bushes la gente de volvería loca y nadie acabaría en el mismo sitio donde empezó. Y así fue, las luces se apagaron y por la megafonía empezó a sonar la intro instrumental de Fuckin’ in the Bushes lo que precedió una explosión de júbilo y locura de todo el pabellón con empujones, saltos, litros de cerveza al aire… incluidos. Como no podía ser de otra manera, los británicos salieron con rigurosa puntualidad al escenario. Sorprendió Liam con una parka negra de botones dorados, vaqueros y zapatillas blancas, lentes “lennonianas”, pelo rapado (O_o) y unas patillas de aupa. El hermano mayor, leal a sus costumbres, llevaba chaqueta de cuero y bufanda.
Los hermanos estuvieron más dicharacheros que de costumbre, al menos no se limitaron a decir el nombre de la canción y “cheers” o “thanks” entremedias de los temas. Our Kid dedico un par de canciones a las chicas de la primera fila y otra al público del fondo. También tuvo el detalle de felicitarnos por el retiente campeonato europeo ganado por la selección de fútbol. Parecían auténticos ‘gentlemen’ ingleses.
Por último los bises, con una preciosidad acústica de Don't Look Back in Anger. Fue el momento mágico de la noche, Noel nos robo el corazón cuando a la hora del estribillo dio dos pasos atrás para que la parroquia cantará al unísono el precioso himno. La precedería una impasividad del auditorio del Palacio de los Deporte ante Falling Down, que sería destruida con la magia y el poderío de Champagne Supernova. Una maravilla pero que no supe disfrutar porque me entro el bajón al saber que el gran espectáculo llegaría a su fin. Ya sólo quedaba la versión soberbia de I Am The Walrus, y es triste pero muchos de los que me rodearon se miraban extrañados al oír el cover de los Beatles.
Toda una pena y es que, como antaño, los Gallagher siguen mostrando una gran fuerza de atracción, llenan estadios (16.000 personas el jueves) con su simple presencia, pero ha habido un cambio generacional, los asistentes no son fieles seguidores que se saben al dedillo toda la discografía del grupo, la mayoría resultan bastante ignorantes, parece que sólo asisten a escuchar Wonderwall, tan odiada por los ‘madferits’ (y Liam también -eso dice-) pero que ha dado tanto a la banda.
Decía al principio que el concierto había supuesto un retroceso a 1997 y es que el grupo sonó con frescura, fiel en sus melodías y lleno de espectáculo y sobriedad. A lo largo de los años, Liam ha perdido naturaleza en su pelo (cada vez lo tiene más corto) y ha ganado unas majestuosas patillas y alguna que otra arruga... pero sigue siendo aquel 'espíritu libre' de los 90 que sin quererlo ni beberlo se convirtió en rey del mundo, un eterno adolescente que, aunque tenga ya sus años, sigue jugueteando con el resto de integrantes y muestra gestos provocativos a su hermano mayor Noel. Su estilo es ahora algo más estático, canta con su peculiar pose, toca cuando le apetece la pandereta, se para y se queda como si fuese de escayola con la mirada fija, desafiante al público, más chulo que ‘un ocho’ y sin forzar una sola gota de sudor pese a ir con un parka de cuello largo que se entretenía subiendo y bajando en cada parada. No da vueltas sobre su propio eje ya que parece que es el mundo el que gira en torno al 'eje Gallagher'. Y mientras otras bandas prodigan una gran puesta en escena con confetis, enormes infraestructuras, juego de luces y toa’ la pesca, Oasis se conforma con 4 pantallas partidas con imágenes del grupo y la bizarra estética del último disco y un simple efecto de luces que lleva repitiendo en el último lustro. Pero es que su apuesta no es la de mostrar una puesta en escena espectacular, ni la de mostrarse hiperactivos y vitales en directo, no suelen ser comprometidos con los trabajos sociales ni muestran buenos modales y afecto por los medios de comunicación y fans... y, saben que sus canciones son únicas, nadie hace mejores canciones que ellos, y por eso no hace falta nada más. Las arrugas, los cambios de look, sus escándalos públicos, los años… no rezagan su éxito porque las canciones siguen ahí, no necesitan nada más para seguir siendo el mejor grupo del mundo.
Setlist: Fuckin' In The Bushes, Rock 'N' Roll Star, Lyla, The Shock Of The Lightning, Cigarettes & Alcohol, The Meaning Of Soul, To Be Where There's Life, Waiting For The Rapture, The Masterplan, Songbird, Slide Away, Morning Glory, Ain't Got Nothin', The Importance Of Being Idle, I'm Outta Time, Wonderwall, Supersonic, Don't Look Back In Anger (acoustic);
[bis] Falling Down, Champagne Supernova y I Am The Walrus (The Beatles Cover)